La revolución pacífica, la de los papeles en la vitrina del metro, la que denuncia cómo el sistema protege las especulaciones de los ricos y los codiciosos, lo que protegen los políticos, de lo que se benefician. No tiene sentido el sinsentido, acumular mucho y despojar a otros de lo que necesitas para vivir con dignidad. Hay que defender la honestidad, sin miedo.